maullando por las calles encaladas,
oía a lo lejos su eco
y mucho me asustaba.
Vagando iba triste
porque nadie lo escuchaba
"no hay nadie por las calles",
se preguntaba.
Al cabo de un buen rato
se percató de lo que pasaba:
salía la Patrona
a la que todos adoraban.
Quedó fascinado
y lleno de admiración
por ver a todo un pueblo
volcado en su tradición.
El gato a un halcón subió
contemplando con ojos brillantes
sintiendo con su corazón de gato
la belleza de aquel acto.
Volvió a su casa
maullando de felicidad
al ver por las calles
tanta festividad.
©Leticia Mestre
(Publicado en la revista de festejos de Ntra. Señora de las Angustias de Ayamonte 2013)
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