cuando llega el alba
y cuando entra el ocaso
todos salen a contemplarlo.
En el río
se ven pequeños pececillos
saltando de alegría
porque llegan a una Tierra
llena de teatro, cante y poesía.
En el cielo
vuelan las gaviotas,
escena digna de contemplar,
porque en sus vuelos
parecen no dejar de bailar.
El viento se ruboriza al rozar
las calles encaladas
del Barrio de la Villa,
se queda prendado
de ver tanta maravilla.
Cuando llueve
moja sus jardines,
las marismas
y su río plateado,
que rodea a Ayamonte
por todos lados.
Así podría seguir,
añorando cada rincón
de mi pueblo amado
que esté donde esté
siempre estará a mi lado.
©Leticia Mestre
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