Soy camarera y dedico estas líneas a los
clientes que atiendo cada día y a los que he atendido a lo largo de mi carrera
profesional.
Ahora tengo 28 años, y desde los 16, me
dedico a la hostelería y para ello dediqué 2 años de mi vida a formarme en una
escuela de hostelería, no para perder el tiempo o tener un diploma colgado en
la pared, si no para ser una profesional y marcar la diferencia. También
trabajé en hoteles de 4 y 5 estrellas y buenos restaurantes para curtir mi
experiencia profesional.
Muchos podrán aprender a tomar nota de una
comanda, coger una bandeja, poner un mantel o servir una cerveza, pero afirmo
que no todos son camareros.
El cliente ha de saber que no está
pagando el mismo servicio que le dan en el chiringuito “Tío Castañas” que en un
hotel/restaurante/bar con estrellas, tenedores o cierta categoría, donde te
sirven por la derecha, donde descorchan con delicadeza la botella de vino
frente al cliente con un lito en el brazo, cuidando que el corcho no se rompa y
decantándole el vino, se flambea frente al cliente, donde la raya del mantel
siempre mira hacia la puerta y está perfectamente estirado y se coloca el
salero y pimentero a la izquierda del adorno floral. Donde el camarero deja de
ser un simple transportador de platos y pasa a ser una persona que baila con
cada movimiento al servirte en la mesa. Éste te recibe con una sonrisa
vocacional y te hace sentir como en casa. Es el que cuida los detalles desde
que el cliente pone un pie en el restaurante hasta que se va.
Es la persona encargada de presentarte
los exquisitos platos salidos de cocina, que con tanto cariño y esmero hacen
los cocineros, te explica y te asesora sobre lo que estás comiendo e incluso
posee conocimientos sobre lo que bebes y puede aconsejarte sobre el maridaje.
Al camarero siempre lo verás bien peinado,
afeitado y si es mujer, con el pelo bien recogido y suave maquillaje. Es quien
lleva el calzado y la ropa adecuada y guarda pulcritud en su trabajo. Brillan
por su trabajo y no por llamar la atención a nivel personal. Te habla de usted,
es discreto y amable.
El camarero dedica 40h semanales (incluso
más) de su vida, invierte sus festivos, épocas vacacionales y a su familia,
todo para servirte y que seas tú, cliente, el que tenga un buen día y te vayas
con una buena experiencia gastronómica.
El camarero también tiene días malos,
tristes, le duele la cabeza o siente desgana, pero afronta el día de trabajo
para que tú disfrutes de lo que estás pagando sin que notes sus problemas. A él
también le afecta el estrés y se aguanta, lo hace como buenamente puede para
que todo salga lo mejor posible y tú disfrutes.
Así que cuando seas cliente, piensa que
el camarero es también una persona como tú que ha decidido dedicar su vida a que
seas feliz con lo que pagas mientras comes o bebes, que no es un criado ni un
simple transportador de platos y si un día lo ves de trabajo hasta arriba
¡sonríele!, verás que su expresión cambia y seguro serás lo positivo que
recuerde de ese día agotador cuando acabe su jornada laboral. Sé amable y
siente empatía, porque es también un trabajador como tú.
Por eso no comprendo por qué cuando el
cliente sale de casa se vuelve arrogante, exigente y a veces mal educado. Quita
los cubiertos de la mesa de al lado ¡cuando se lo puede pedir al camarero que le
atiende! ¿Es que no se dan cuenta que esa mesa está preparada para otro cliente
que puede llegar minutos después que haya quitado los cubiertos? Hacen que tengamos que hacer el mismo trabajo
dos veces. Al igual que pedir las bebidas una de cada vez haciéndote dar mil
vueltas y tardar un cuarto de hora cuando tienes el restaurante hasta arriba de
gente, ¡con lo fácil que es pedirlo todo junto! O cuando amontonan los platos
haciendo una gran Torre de Pisa, plato sobre plato con cubiertos y todo, con lo
fácil que sería llamar al camarero para que se los retire en el caso que
estuviera ocupado haciendo otras cosas.
Tampoco comprendo por qué cuando se va a
un banco, al médico, al ayuntamiento, etc. y esperan largas colas no ponen
hojas de reclamaciones por la espera, ni ponen las caras coloradas a los
empleados ¿Por qué en la hostelería 10 minutos se convierten en una larga
espera? ¿Por qué nos merecemos esa incomprensión cuando tenemos el restaurante/bar
a tope?
Otra cosa que no comprenderé es el poder
de atracción que ejercen las mesas sucias sobre los clientes. Puedes tener 5
mesas perfectamente montadas para el servicio ¡y justo van a sentarse en la
mesa que está sucia! ¿Por qué? ¿Por queeeé?
Con esto que escribo no quiero dar a
entender que ser camarero sea el peor trabajo del mundo o que a mí no me guste,
pero hay veces que el cliente no sabe ser cliente y por eso no siempre lleva la
razón.
© Leticia Mestre
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