jueves, 17 de abril de 2014

Caminando por el desierto (prosa poética)

Una rosa perdida y solitaria
caminó por el desierto
cuarenta días y cuarenta noches.
La gente pensó que su creencia
era una bobada,

- Creer en Dios, es como creer en nada.

Ella lloraba, no comprendía esa apatía
que la gente sentía por lo que ella más amaba.
Y se fue al desierto,
la gente pensó que estaba alocada
que había perdido la cordura
que no sabía de lo que hablaba
porque ella decía que sin comida y agua
sobreviviría a esos cuarenta días.

-Demostraré que Dios existe y lo que digo
no es ninguna bobada- decía ella enojada.

Así se fue sin nada,
sola en medio del desierto,
con la única compañía de Dios
rezando cada noche,
pidiendo por las almas
que se habían burlado de ella
para que les perdornara.
Llegó al fin de los cuarenta días,
pasando horas de sol que quemaban,
noches de frío que helaban
y hambre que a veces ni aguantaba.
Cuando llegó al pueblo,
allí nadie se encontraba.

-¿Qué había pasado?- se preguntaba.

El pueblo había sido arrasado,
una epidemia la llamaban,
solo quedaba ella,
y bien alto lloraba
porque no entendía nada.
Al cabo de unas horas
comprendió lo que pasaba:
su Fe la había salvado
apartándola al desierto
cuando todos pensaban 
que perdía el tiempo,
Dios la mantuvo apartada
y gracias a eso salvó su alma.

 ©Leticia Mestre




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