que estar toreándolos en la arena.
Fuiste un toro difícil de capotear
y aunque fue la nuestra
una "corría" sin acabar,
al cabo de los años
acabé dándote la "estocá".
En tus ojos vi la derrota
y por los poros de tu piel
sudaste cada lágrima
que derramé por ti gota a gota.
La sangre por tus venas
corría tan fuerte
que yo la sentía mía.
Antes de acabar lo empezado,
mudo te quedaste
viendo y sintiendo
como yo acabaría la "corría".
Ahora,
con el trabajo al fin acabado,
puedo dormir tranquila
sin ese sabor amargo
que me dejaron tus labios
en aquella romería,
pudiendo ya decir:
"te olvidé para siempre
Alma Mía".
©Leticia Mestre
Fotografía extraída de google imágenes
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