se me hace un mundo,
y por eso,
cuando a la luna miro
no te saco del olvido.
Eras el guía
al que mi corazón seguía,
hasta que te fuiste de mi vida.
Eras todo un campo de flores,
aunque marchitas y sin olores.
Cuando llovía,
no había paraguas para cubrir
todo lo que me dolía al sentir
que finalmente no me querías.
Tantos kilómetros
que recorrí en vano a tu lado,
cansada de unir los retales
que solo se cosían con alambres.
Aún así
cada recuerdo se hace un mundo,
cubierto de sedas y tul,
y cada vez que miro a la luna
recuerdo que mi mundo eras tú.
©Leticia Mestre
(Publicada en la revista poética "EL ALBA" de Ayamonte)
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